Cualquiera que ame o conozca de ciencia sabrá quién es Carl Sagan, una de las figuras más reconocidas y queridas de finales del siglo XX. Astrónomo, astrofísico, cosmólogo, escritor. Fue él quien impulsó la búsqueda de inteligencia extraterrestre con el proyecto SETI y el envío de mensajes al espacio para ‘presentarnos’ ante el universo, pero sus aportes no se limitaron allí.
Hoy se cumplen 20 años de la muerte de Sagan, en 1996. Si aún no lo conoces, vale la pena que le eches un vistazo a su biografía para que puedas ver lo increíble que fue como hombre de ciencia. Aquí te mostraremos una faceta distinta de él, pero no menos fascinante: él como persona.
En 2006, su hijo Nick, al cumplirse 10 años de la muerte de Carl, publicó un artículo sobre él muy distinto de los demás, pues lo describió de una forma en que solo él lo conoció: como padre. Estos son 12 datos que compartió, y que cuentan la historia no de un científico, sino de un genio y sabio.
1. Tenía gran destreza con el pinball. Aunque los videojuegos no fueron nunca su pasión, Nick cuenta que era capaz de apreciar los “realmente buenos”. “Recuerdo el día en el que le enseñé el ‘Computer Baseball’, un juego de estrategia para el Apple IIe (...) Jugamos con los Yankees de Babe Ruth de 1927 contra los Dodgers de Jackie Robinson de 1955 durante aproximadamente una hora cuando se giró hacia mí y dijo: “No vuelvas a enseñarme este juego otra vez. Me gusta demasiado y no quisiera perder el tiempo”.
2. Usaba tarjetas para ordenar sus ideas. “A menudo era invitado a hablar en algún evento, y recuerdo sentarme junto a él y verle ordenar sus pensamientos (...) Tomaba pequeñas notas en una tarjeta. Solo una o dos palabras sobre cada tema que quería tratar. Armado con esas notas, salía a escena y cautivaba a la audiencia. Nunca un momento aburrido, nunca un momento en el que estuviese fuera de lugar o perdiese el hilo de lo que decía. Como niño, a veces pensaba en él como un traductor o un descifrador de códigos. ¿Cómo podía transformar meros fragmentos en esas impresionantes e inspiradoras ideas?”
3. La grabadora, su herramienta esencial. “Tengo claros recuerdos de esas pequeñas grabadoras de cassete negras con su botones de grabación rojo brillante. Podíamos estar caminando, o charlando y tenía una idea. Se disculpaba levantando su dedo índice y pedía un minuto, cogía el dictáfono y explicaba su idea”. Sin embargo, según Nick, la forma en que lo hacía no daba la idea de que estuviera tomando apuntes. “Por el contrario, recuerdo a mi padre hablando en largos, fluidos y perfectos párrafos. Tal como lo decía es como aparecería en el libro”.
“A veces tenía una idea, grababa un párrafo o dos para un libro y al final terminaba con una idea para otro proyecto aparte, por lo cual tenía que hacerse con otro dictáfono, y así sucesivamente”.
4. Era todo un experto debatiendo. “Podía rebatir los argumentos de William F. Buckley (escritor con quien sostuvo un memorable debate televisado), y desde niño me había dado cuenta de que mis argumentos sobre “por qué deberías comprarme una bici de cross genial” no eran ni remotamente parecidos a los de Buckley. Pero siempre me escuchaba. Siempre me dio la oportunidad de crear puntos de vista válidos”.
5. Siempre estaba presente para ayudar a su hijo. “Incluso en momentos en los que le preocupé –dejando la universidad, por ejemplo– su confianza en mí nunca disminuyó”, dice Nick. “Le recuerdo siempre cuidando de mí. Al mismo tiempo, era cuidadoso en no ayudarme demasiado. No quería que me echase a perder, y quería asegurarse de que yo fuese capaz de conseguir mis metas por mí mismo sin el más mínimo ápice de nepotismo. Cuando miro hacia atrás, siento una gran admiración por cómo lo hizo”.
6. Tenía auténtico interés en las personas. "Oigo muchas conversaciones en las que alguien pregunta sobre otra persona, pero lo hace por pura cortesía: no le interesa realmente la respuesta. Mi padre nunca fue así”, revela Nick. “Siempre quería saber cómo eran las cosas para su interlocutor”.
“En Manhattan, cogíamos un taxi, y el conductor podía reconocerle, o quizás no, pero mi padre empezaba una conversación y terminaban en interesantes discusiones sobre el curso de las vidas humanas. El conductor podía hablar explayadamente sobre cualquier lugar del mundo, y Papá sabía un montón de cosas sobre lo que ocurría allá. Recuerdo el pensar que sabía más sobre Ghana que cualquier americano sobre América. Y lo que no sabía, quería averiguarlo”.
7. Acabó siendo un fan más de Los Simpson. “Recuerdo discutir con él sobre Los Simpson y Beavis and Butthead. Ambas series le causaron una primera mala impresión. Le convencí de que diese otra oportunidad a Los Simpson (...) Acabó por disfrutar verdaderamente de la serie. No creo que lo hubiese logrado nunca con Beavis and Butthead”.
“No están hechos para ser modelos de comportamiento” protestaba yo (...) Solo puedo imaginar lo que habría hecho al ver Family Guy o South Park. Volvimos al tema de la violencia en los medios. Yo argumentaba que las películas duras y algunas series de TV sólo eran un reflejo de nuestra sociedad, y que no contribuían a la violencia en la vida real. Él no estaba tan seguro de ello. Hablamos de este tema muchas veces. Una discrepancia espiritualmente buena, donde cada una de nuestras opiniones podía desarrollarse de acuerdo con lo que decía el otro”.
8. Tenía una paciencia increíble. “Sus fans podían aparecer constantemente para hacerle preguntas, pedirle autógrafos o una foto con él. A veces podía ocurrir en un mal momento –si habíamos salido a cenar, disfrutando de una conversación– pero no recuerdo una sola vez tratando a alguien sin muestras de respeto. De niño, él tenía una gran pasión por la ciencia –quería saber por qué las cosas eran como eran– y mantuvo esa pasión durante el resto de su vida. Esto le hizo plenamente comprensivo con cualquiera interesado en aprender. Les hacía espíritus hermanados, y quería compartir todas las maravillas y alegrías que del Cosmos pudo entender”.
9. Él y su hijo amaban el básquet. “Veíamos partidos de la NBA siempre que podíamos, preguntándonos si ese sería el año en el que Patrick Ewing llevaría a los Knicks a ganar el campeonato. Y la respuesta siempre fue no. Me hablaba de los entrenadores y de cómo eran de jugadores en los años en los que yo ni siquiera había nacido”.
“Cuando el equipo visitante tenía que tirar un tiro libre, los fans del equipo local hacían ruidos y ondeaban las toallas intentando distraerle, y eso nunca gustó a mi padre. Recuerdo decirle que eso animaba al equipo a sacar ventaja en el campo, pero él objetaba de base –no creía que eso fuese deportivo–. Es una postura muy decente. Y también recuerdo a mi madre enfadándose gradualmente, pues quería que me fuese a la cama y mi padre y yo estábamos viendo un partido. Él tenía que prometer que me iría a la cama al terminar el partido. Prórroga. Luego doble prórroga. Y luego otra prórroga más ¡Qué partido!” (Celtic-Suns finales de 1976).
10. No le gustaba la película Alien. "Yo pensaba que era divertida, de miedo, catártica y él que era innecesariamente violenta y que, ¿por qué la mayoría de los extraterrestres tenían que ser retratados de esa manera negativa?”, recuerda su hijo. “Tenía sentimientos encontrados con Star Wars. Recuerdo verla juntos, y cuando Han Solo se jactó de hacer el Kessel Run en menos de doce parsecs, hizo un sonido de exasperación”.
“Le pregunté qué problema había, y explicó que el parsec es una unidad de distancia, no de tiempo. Le dije: “Papá, no es más que una película” y contestó: “Sí, pero podían intentar aplicar la ciencia correctamente”. Creo que tenía toda la razón. (¿Qué películas le gustaban? Era un fan de las películas épicas de David Lean tales como “Dr. Zhivago” y, especialmente, Lawrence de Arabia. Recuerdo cuánto le gustaba el momento en que Peter O´Toole sopla la cerilla y aparecemos de repente en el desierto de Nafud. Es un momento realmente bueno).
11. Hacía ruidos realmente curiosos. “Su risa era explosiva y desinhibida. Era el tipo de risa que te hacía sentir bien sólo por hacerle reír. Sus estornudos eran atronadores. Y de vez en cuando hablaba a los animales en su lengua nativa. Las veces que vimos delfines, les saludaba con una razonable aproximación del idioma del delfín. De vez en cuando le respondían”.
“No tengo ni idea de qué se estaban diciendo. Pero mi sonido favorito de todos era el que hacía cuando se acercaba a algo nuevo e interesante, alguna idea o posibilidad que le impresionase o alguna manera nueva de ver las cosas. Era una especie de “aaaah”. Uno de mis mejores momentos: estábamos viendo mi primer episodio de Star Trek ‘Attached’ y al cabo de unos minutos hizo ese sonido, girándose hacia mí con una sonrisa cegadora y diciéndome: “¡Está muy bien!” Y así continuó durante toda la serie. Amaba totalmente lo que yo hacía. Esa sensación de auténtico disfrute aún está conmigo, un sentimiento de aprobación y respeto que atesoro como ninguna otra cosa”.
12. Conducía un Porsche 914 naranja con la matrícula ‘PHOBOS’, nombre tomado de una de las lunas de Marte “Nunca le pregunté: ‘¿Por qué Phobos? ¿Por qué no la otra luna, Deimos?’ cómo me hubiese gustado que fuese. De niño me fascinaba la mitología griega y conocía a Phobos como el semidiós del miedo. Es irónico, pues mi padre era la persona menos miedosa que he conocido”.
“Aunque se preocupaba por el estado del mundo de vez en cuando, nunca le detuvo. Cuando hablábamos sobre cómo sería el mundo dentro de 25, 50 o quizás 100 años, decía que era consciente de que habría graves dificultades y retos por delante, pero también creía que todos estaríamos dispuestos a afrontar la tarea. Creía en el ingenio humano y en la compasión, en pensamientos a largo plazo y no a corto plazo, en poner nuestras numerosas diferencias a un lado. Creía en un mañana mejor. Creía en nosotros”, cierra Nick. Sin duda, un sabio.