El 30 de setiembre, aquello que ya se voceaba desde las calles, finalmente se cumplió. El presidente Martín Vizcarra disolvió el Congreso de la República luego de que el Parlamento impidiera desde el ingreso al hemiciclo a Salvador del Solar hasta el rechazo fáctico de la cuestión de confianza expuesta por el expremier.
El Perú atestiguó las diversas maniobras que empleó el primer ministro para argumentar el pedido. "Ante la denegación fáctica de la confianza y en respeto irrestricto de la Constitución Política he decidido disolver el Congreso de la República y llamar a elecciones", fue la expresión que retumbó aquella tarde en las casas de miles de peruanos, que en su mayoría salieron a las calles a celebrar dicha decisión.
Sin embargo, lo que no esperó el mandatario fue las reacciones que tuvieron distintos legisladores desde su presidente Pedro Olaechea, quien hizo juramentar a Mercedez Aráoz como presidenta interina de la República. El Perú no vivía este hecho desde hace 27 años (1992) cuando dos mandatarios eran avalados por dos instituciones del Estado diferentes.
Semanas posteriores y en una suerte de traer abajo el cierre congresal, Olaechea presentó una demanda competencial el 10 de noviembre ante el Tribunal Constitucional. Sin embargo, pese a la decisión, lo que está claro es que las elecciones del 26 de enero de 2020 se realizarán a toda costa.
