En redes sociales se ha viralizado una tendencia que propone comparar estándares de belleza entre países usando una escala numérica. Frases como "En mi país soy un dos, pero en Perú sería un diez" han inundado plataformas como TikTok, generando polémica y críticas. Detrás del aparente juego, se esconde una problemática mayor: la superficialización del valor personal y la promoción de estereotipos que, lejos de divertir, refuerzan prejuicios y dañan la autoestima de miles de usuarios.
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Estética, identidad y validación externa
Para el psicólogo Renzo Estela, este fenómeno está estrechamente relacionado con la autoestima y la construcción de la identidad en las redes sociales. Cuando una persona tiene una autoestima frágil, tiende a depender excesivamente de la validación ajena, y este tipo de contenidos puede agudizar esa necesidad. Al recibir constantes mensajes sobre cómo se "vería mejor" en otro país, se instala la idea de que el valor personal depende de atributos físicos y no de cualidades más profundas.
El problema no radica únicamente en calificar con un número a una persona, sino en la carga simbólica que esa comparación lleva. Al relacionar belleza con ciertos países o tonos de piel, se fomenta una jerarquía que invisibiliza la riqueza cultural y étnica, especialmente en regiones como el Perú y otros países con presencia andina y afrodescendiente. De esta manera, se privilegia una imagen eurocentrada, dejando de lado la diversidad que caracteriza a América Latina.
Frente a esta situación, especialistas y usuarios coinciden en la necesidad de cambiar la conversación. Promover una visión más inclusiva de la belleza, que reconozca las particularidades de cada grupo humano, es fundamental. Más que reproducir un ranking vacío y dañino, las redes podrían ser un espacio para celebrar la diversidad y cuestionar los estándares impuestos. Como sociedad, es urgente apostar por una narrativa que abrace lo auténtico y no lo homogéneo.