Cerca de 700 hombres armados como para ir a la guerra, con 14 tanques y carros blindados irrumpieron a las siete de la mañana por las pequeñas calles de la favela Mangueira, una de las más grandes y tradicionales de Río de Janeiro.
A pesar de los enfrentamientos que se esperaban, e n poco menos de cinco horas y sin disparos, las fuerzas de seguridad instalaron una base militar en ese lugar.
Los grupos narcos que hasta entonces dominaban los destinos del barrio, avisados desde hace una semana del operativo, dejaron el morro antes de que el desembarco policial comenzara.
Los primeros carros entraron a la favela mientras helicópteros de la Fuerza Aérea sobrevolaban el lugar, para cubrir el ingreso de soldados y policías. Una hora y media más tarde, dos de los vehículos habían alcanzado el punto más alto de la favela, ante la mirada de los habitantes, que seguían sus movimientos desde sus ventanas.
“¡Nos despertamos a las seis de la mañana por los helicópteros! Todo estaba tranquilo. Mejor podrían gastar el dinero en mejorar los hospitales”, protesta Bete, de 33 años, ayudante de cocina y madre de cinco hijos. Donaban, su sobrino de siete años, cuenta que tuvo miedo: “Cuando escuché todo ese ruido, me temblaban las piernas. La casa también temblaba. Creí que la Policía iba a disparar”, le dijo el chico a la agencia AFP.
La mayoría de los vecinos del lugar se niegan a hablar por temor a represalias en caso de que los traficantes vuelvan a tomar el control del barrio.
“Todo esto es por el Mundial, pero después, ¿quién nos garantiza que todo no volverá a ser como antes, que los policías no se irán?”, se preguntó Vera, de 54 años, una mujer “nacida y criada en esta favela”, según dice orgullosamente.
Vinicius, de 15 años, se queja de la presencia de la Policía: “Se terminaron las salidas de noche. Vamos a tener que quedarnos en casa”, especula y también confiesa su temor de que la ocupación policial desate enfrentamientos con los narcos .
Al final de la mañana, una bandera brasileña y otra del Municipio de Río de Janeiro fueron colocadas por la Policía sobre el techo de un depósito de agua, bien arriba en el morro, donde todos las pudieran ver.
Estos emblemas son los símbolos que las autoridades utilizan en cada una de las favelas ocupadas para demostrar que el Estado retomó el control de esas zonas.
El despliegue fue en la parte norte de la ciudad, cerca del estadio Maracaná, donde se realizarán el Mundial de 2014 y los Juegos de 2016. En esas zonas se ejecuta el plan de pacificación, que busca demostrar seguridad en Río antes de que comiencen estos megaeventos de los que participarán cientos de miles de turistas.
Según fuentes oficiales, más de cien agentes de infantería y 160 policías del temido Batallón de Operaciones Especiales (Bope) de la Policía Militar participaron del asalto a esta favela de la zona norte de Río, famosa por ser la cuna de la “Escola do Samba” del mismo nombre, que varias veces ganó el concurso principal en el Carnaval de Río.
Este territorio fue devuelto a la población sin ningún disparo y sin ningún herido ”, dijo ayer el secretario de Seguridad Pública, Mariano Beltrame.
Durante el operativo, desde los helicópteros se lanzaron panfletos con los números de teléfono para denuncias , con las fotos de los jefes narcos Alexander Mendes da Silva, alias Polegar; Fabiano Atanasio da Silva, alias FB; Lucio Carneiro Dos Passos, apodado Biscoito, y Luiz Ferrat Correa, Claudinho.
Según un primer reporte oficial, fueron apresados tres supuestos narcotraficantes e incautados 35 kilogramos de marihuana y unos 30 vehículos robados.
Beltrame dijo que el objetivo del operativo de ayer no era capturar delincuentes sino establecerse en la comunidad y permitir que los policías, incluso los agentes de inteligencia, se diseminen en forma “capilar” entre la población.
En Río de Janeiro hay cerca de 600 favelas en las que residen cerca de 1,6 millón de personas. La mayor parte de esas colectividades pobres está dominada por narcotraficantes, pero en los últimos años también recrudeció la presencia de grupos parapoliciales conocidos como “milicias”, que, según denuncia la Orden de Abogados de Brasil, actúan en connivencia con las fuerzas policiales.
(Fuente: Agencias)