Rusia reiteró este jueves su respaldo a Venezuela y su disposición a responder a las peticiones del régimen de Nicolás Maduro ante las “amenazas existentes y potenciales”, en medio de la creciente tensión con Estados Unidos. La portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores ruso, María Zajárova, afirmó que ambas naciones “trabajarán codo con codo” y que Moscú se mantendrá vigilante frente a cualquier intento de desestabilización.
MOSCÚ Y CARACAS REFUERZAN SU ALIANZA ESTRATÉGICA
Durante una conferencia de prensa, Zajárova subrayó que Rusia mantiene comunicación constante con Caracas y actuará conforme a los principios del acuerdo de asociación estratégica vigente entre ambos países. “Estamos preparados para seguir respondiendo adecuadamente a sus peticiones, considerando las amenazas existentes y potenciales”, sostuvo.
Desde el Kremlin, el portavoz presidencial Dmitri Peskov remarcó que cualquier acción sobre Venezuela “debe ceñirse al derecho internacional”, recordando que el país sudamericano es un Estado soberano. Rusia considera que las medidas coercitivas y el despliegue militar estadounidense frente a sus costas constituyen una violación de la estabilidad regional.
MADURO DENUNCIA “GUERRA MULTIFORME”
El dictador Nicolás Maduro aseguró que Venezuela enfrenta una “guerra multiforme” impulsada por Washington, la cual combina presiones económicas, comunicacionales y militares con el objetivo de imponer un cambio de régimen. En respuesta, la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) inició ejercicios militares en las zonas costeras del país “para hacer frente a amenazas externas”, según informó el mandatario.
Maduro acusó además a Estados Unidos de desplegar buques, aviones de combate y un submarino en el Caribe bajo el pretexto de combatir el narcotráfico, así como de realizar operaciones encubiertas mediante la CIA. “¿Alguien puede creer que la CIA no ha operado en Venezuela desde hace 60 años?”, cuestionó el líder chavista.
En este contexto, Rusia y Venezuela buscan consolidar una alianza geopolítica frente a la presión occidental, mientras la comunidad internacional observa con cautela una escalada que podría reconfigurar el equilibrio de poder en América Latina.


