La ofensiva israelí sobre la Franja de Gaza continúa con un saldo devastador de más de 65.000 palestinos muertos, según el Ministerio de Sanidad del enclave. En paralelo a la operación militar, declaraciones de altos cargos del Gobierno de Benjamín Netanyahu han generado indignación internacional. El ministro de Finanzas, Bezalel Smotrich, afirmó que mantiene conversaciones con Estados Unidos sobre cómo dividirse el territorio una vez finalicen los combates: “La fase de demolición ya la hemos hecho. Ahora tenemos que construir”, señaló, describiendo Gaza como una futura “bonanza inmobiliaria”.
Advertencias a Bruselas
Las tensiones también se trasladaron al plano diplomático. El ministro de Exteriores, Gideon Saar, reaccionó con dureza a la propuesta de la Comisión Europea, que contempla suspender apoyos financieros, imponer aranceles millonarios y sancionar a ministros israelíes. “Las medidas contra Israel serán respondidas en consecuencia, y esperamos no tener que recurrir a ellas”, advirtió en su cuenta de X, calificando las recomendaciones de “moral y políticamente distorsionadas”.
El plan europeo, anunciado por Ursula von der Leyen y respaldado por la alta representante Kaja Kallas, busca responder a lo que calificaron como una situación “grave y desastrosa” en Gaza. Sin embargo, su aprobación aún requiere el respaldo de países como Alemania o Italia, que han frenado iniciativas de presión económica en el pasado. Saar, por su parte, acusó a Bruselas de dañar sus propios intereses si decide avanzar con las medidas.
Las palabras de Smotrich sobre la “renovación” de Gaza y el reparto territorial con Washington han sido interpretadas por sectores críticos, dentro y fuera de Israel, como una política de limpieza étnica. Mientras tanto, organizaciones internacionales como la comisión investigadora de la ONU han concluido que los hechos en la Franja constituyen un genocidio, reforzando el clamor de que la comunidad internacional asuma un papel más activo frente al actual gobierno israelí.