Donald Trump vuelve a estar bajo el escrutinio público tras sus recientes declaraciones sobre Jeffrey Epstein. Durante su retorno de Escocia en el Air Force One, el presidente admitió que el magnate acusado de tráfico sexual “robó” empleadas jóvenes del spa de Mar-a-Lago, entre ellas una que podría ser Virginia Giuffre. El testimonio no solo contradice versiones anteriores, sino que añade combustible a una historia que se niega a desaparecer.
CONTRADICCIONES EN LA NARRATIVA PRESIDENCIAL
Las palabras de Trump del martes marcan el relato más detallado hasta la fecha sobre su distanciamiento con Epstein. Aunque la Casa Blanca afirmó anteriormente que lo expulsó por “ser un pervertido”, el mandatario sostuvo que lo hizo tras descubrir que había reclutado en repetidas ocasiones a personal del club, a pesar de advertencias previas. La revelación sugiere que Trump podría haber tenido indicios tempranos sobre las actividades ilícitas de Epstein, mucho antes de su arresto en 2019.
La admisión de que una de esas empleadas pudo haber sido Virginia Giuffre, una de las principales denunciantes del caso, refuerza esa sospecha. Trump, sin embargo, continúa negando cualquier vínculo con las redes de explotación de Epstein y no ha sido acusado de delito alguno en relación con el caso.
SE LEVANTAN SOSPECHAS
El nuevo testimonio genera dudas sobre qué sabía Trump y cuándo lo supo. En 2002, el propio Trump había elogiado a Epstein como alguien que “disfruta de las mujeres hermosas… y muchas son jóvenes”. Además, libros y reportes periodísticos han documentado múltiples escenas en Mar-a-Lago en las que Epstein mostraba un comportamiento inapropiado con adolescentes.
Algunos exasesores del presidente aseguran que Trump expulsó a Epstein años antes de que las investigaciones por tráfico sexual salieran a la luz, lo que implicaría un conocimiento anticipado de la situación. Sin embargo, al ser consultada esta semana, la Casa Blanca optó por no brindar más comentarios, aumentando el misterio alrededor del caso.
