El conflicto diplomático se intensifica. China y Japón han alzado su voz contra la decisión de la administración de Donald Trump de prohibir a la Universidad de Harvard matricular a estudiantes extranjeros. El Departamento de Seguridad Nacional de EEUU revocó el programa internacional de la universidad, alegando supuestos vínculos con el Partido Comunista Chino. La medida pone en jaque el futuro de más de 7 mil alumnos internacionales.
PEKÍN RECHAZA LA POLITIZACIÓN DE LA EDUCACIÓN
Desde Pekín, la portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores, Mao Ning, calificó la decisión como “infundada” y advirtió que “solo dañará la imagen y la credibilidad internacional de Estados Unidos”. Además, aseguró que China “protegerá con firmeza los derechos legítimos” de sus estudiantes y académicos en el extranjero. La universidad acoge a más de 2 mil estudiantes chinos, que ahora enfrentan la amenaza de perder su estatus legal en EEUU.
JAPÓN TOMA POSICIÓN Y EVALÚA MEDIDAS
En Tokio, el portavoz gubernamental Yoshimasa Hayashi expresó su “alto interés” por el caso, confirmando que Japón “tomará las medidas necesarias” para proteger a sus ciudadanos afectados. Cerca de 300 estudiantes japoneses se verían perjudicados. El gobierno estadounidense ha dado a Harvard 72 horas para entregar información sobre actividades “violentas” relacionadas con sus alumnos, como condición para reinstaurar el programa internacional. La carta oficial fue firmada por la secretaria de Seguridad Nacional, Kristi Noem.
La sorpresiva medida impacta a estudiantes de más de 150 países. Harvard, considerada una de las universidades más prestigiosas del mundo, ha evitado hasta el momento pronunciarse públicamente. El anuncio ha generado preocupación mundial por la creciente politización de la educación y podría desencadenar un nuevo frente de tensiones diplomáticas para la Casa Blanca, mientras miles de jóvenes quedan en el limbo académico.
