El pontífice, líder supremo de la Iglesia Católica, no tiene un salario fijo obligatorio. De hecho, el papa Francisco optó por no recibir remuneración durante su tiempo como Sumo Pontífice, a pesar de que tenía la posibilidad de acceder a un sueldo anual de aproximadamente 340.000 euros. En lugar de ello, contó con una asignación mensual de 28.000 euros que podía administrar libremente, destinándola a fines solidarios, gastos personales o retornándola a las arcas vaticanas. Como sus antecesores, el Papa tuvo sus necesidades básicas totalmente cubiertas por el Estado Vaticano: vivienda, alimentación, atención médica y vestimenta.
Cardenales: sueldos según ubicación y responsabilidad
A diferencia del Papa, los cardenales sí perciben salarios mensuales formales, los cuales varían según el lugar donde prestan servicio y la jerarquía de sus responsabilidades. Aquellos que trabajan dentro del Vaticano reciben entre 2.800 y 4.700 euros mensuales, aunque esta cifra fue ajustada tras una reducción del 10 % ordenada por el papa Francisco como medida de austeridad. Los cardenales que desempeñan funciones fuera del Vaticano reciben ingresos más bajos, que oscilan entre 1.120 y 1.400 euros, pero cuentan con beneficios como alojamiento gratuito.
La jerarquía eclesiástica también contempla sueldos diferenciados para obispos y sacerdotes. Mientras que un cardenal en funciones puede llegar a ganar hasta 5.000 euros al mes, los obispos y presbíteros perciben entre 1.500 y 2.500 euros, en muchos casos acompañados de condiciones ventajosas, como vivienda asignada y servicios sanitarios subvencionados. Estos ingresos, aunque modestos en comparación con cargos ejecutivos de otras instituciones, reflejan la naturaleza particular de la vida religiosa, marcada por el voto de austeridad y servicio.
El reciente fallecimiento del papa Francisco y la elección de su sucesor, León XIV (Robert Prevost), ha reavivado el interés público por conocer las condiciones económicas del máximo representante de la Iglesia Católica. Aunque aún no se ha confirmado si el nuevo Papa aceptará recibir un salario, se sabe que, como sus predecesores, tendrá asegurado todo lo necesario para su sustento y podrá decidir libremente sobre la gestión de los fondos asignados a su cargo.