Vladímir Putin lanzó una advertencia contundente este jueves: si los países miembros de la OTAN autorizan el uso de misiles de largo alcance por parte de Ucrania para atacar objetivos dentro de Rusia, esto sería considerado como una muestra de "participación directa" en la guerra. En declaraciones a la televisión estatal rusa, el mandatario afirmó que esta decisión cambiaría la “esencia” del conflicto e involucraría a la Alianza Atlántica de manera directa en la confrontación.
Las palabras de Putin se producen en un momento crítico, ya que Ucrania, liderada por el presidente Volodímir Zelenski, ha solicitado reiteradamente a sus aliados occidentales misiles de largo alcance para atacar objetivos estratégicos rusos. Esta solicitud ha generado tensiones en la comunidad internacional, que teme una escalada sin precedentes en el conflicto.
UNA NUEVA FASE DEL CONFLICTO
Mientras Putin lanza amenazas a la OTAN, el Kremlin ha emprendido lo que Zelenski describe como una "contraofensiva" en la región rusa de Kursk. Según el presidente ucraniano, las fuerzas rusas buscan desalojar a las tropas ucranianas que ingresaron a la región hace cinco semanas, marcando la primera ocupación extranjera en territorio ruso desde la Segunda Guerra Mundial. El Ministerio de Defensa de Rusia informó que han recuperado diez asentamientos en Kursk, aunque evitó describir los combates como una contraofensiva.
Zelenski ha señalado que las tropas ucranianas han anticipado los movimientos rusos y están preparadas para responder, destacando que la situación sigue siendo extremadamente tensa en la región fronteriza. La contraofensiva en Kursk representa una nueva fase en la guerra, mientras ambos países buscan consolidar sus posiciones y ganar ventaja estratégica en el conflicto.
EL RIESGO DE UNA GUERRA ABIERTA ENTRE RUSIA Y LA OTAN
La amenaza de Putin eleva la posibilidad de una confrontación directa entre Rusia y la OTAN, un escenario que los analistas consideran peligroso y con consecuencias impredecibles. La entrega de misiles de largo alcance a Ucrania podría ser vista por Moscú como una provocación y una expansión directa del conflicto, involucrando a países occidentales en combates que hasta ahora se han limitado a Ucrania y Rusia.
La situación plantea un dilema para la OTAN y sus miembros: apoyar a Ucrania con armamento avanzado para frenar la invasión rusa o evitar acciones que puedan desencadenar una guerra a gran escala en Europa. Las declaraciones de Putin reflejan la delicada línea que los líderes mundiales deben caminar mientras intentan gestionar uno de los conflictos más peligrosos del siglo.