Por lo general, cuando hablamos de cárceles pensamos en lugares bastante desagradables y muy peligrosos donde solo los más fuertes pueden sobrevivir. De igual manera, nos imaginamos un recinto muy precario donde la calidad de vida es mínima. Sin embargo, en algunos países piensan diferente y creen que los centros penitenciarios no tienen por qué ser así.
Es el caso de Noruega y la cárcel de Bastoy, ubicada en una isla a 75 kilómetros de Oslo. La particularidad de esta prisión es que no tiene rejas, ni muros, ni torres de vigilancia. Si bien por razones obvias está totalmente aislado, no tiene mayores medidas de seguridad. Además, la calidad de vida dentro de este presidio es de gran nivel y muchos ya quisieran vivir en dichas instalaciones.
Bastoy alberga en total a 115 internos que enfrentan condenas por violaciones, asesinatos y narcotráfico y ellos mismos tienen la posibilidad de elegir el trabajo que tendrán que realizar en dicha cárcel. Los presos viven en cabañas pequeñas que parecen contar con todo tipo de comodidades y podrían ser confundidas con bungalows de un club campestre.