Por su 85 cumpleaños, la exprimera dama, que pasará a la historia por coleccionar miles de zapatos, cuando su país vivía una grave crisis económica, celebró la fecha visitando el mausoleo donde su marido, el exdictador Ferdinand Marcos, permanece embalsamado desde 1993.
Fallecido en su exilio de Hawái en 1989 y acusado de robar más de 10.000 millones de dólares a su país, el cuerpo del exdictador se expone en una urna de cristal climatizada en su provincia natal de Ilocos Norte, de donde Imelda es diputada y cuya gobernadora es la hija del matrimonio, Imee Marcos.
Conmovida seguramente por la momia de su difunto esposo, que luce una chaqueta blanca poblada de relucientes medallas, Imelda no dudó en besar dicha urna ante los fotógrafos que la retrataban como en sus mejores tiempos de elegantísima y refinada primera dama de Filipinas.
Para la ocasión Imelda lucía un traje rojo de diseñador y sus eternos anillos de diamantes. Como deseo de cumpleaños, la exprimera dama confesó que quería un funeral propio de un héroe para su marido, que durante 20 años gobernó este archipiélago de 7.000 islas.
