Según revelaron hoy las cajas negras, el conductor del tren que se descarriló la semana pasada, a quien se le imputan 79 cargos de homicidio involuntario, estaba hablando por teléfono con un operador de la sede central al momento del accidente.
Francisco José Garzón, admitió ante el juez que iba distraido cuando el tren se salió de la vía antes de llegar a Santiago de Compostela, consultaba por teléfono con un operador de Renfe el camino que había de seguir al llegar a Ferrol (La Coruña), donde acababa el trayecto.
El tren circulaba a 192 kilómetros por hora en los minutos previos al descarrilamiento, y segundos antes del accidente “se activó un freno”, de acuerdo a las informaciones provisionales que se extraen de las cajas negras.
El convoy se descarriló a 153 kilómetros por hora. La velocidad máxima para esa curva es de 80 km/h.
El maquinista quedó en libertad con cargos el domingo tras admitir que no aminoró la velocidad porque iba distraído y no se dio cuenta en que parte del recorrido estaba.
La empresa Renfe aseguró que el tren fue revisado la mañana antes del accidente y que no se detectaron fallos en los sistemas de seguridad.