Anders Behring Breivik, el noruego que en julio del 2011 mató a balazos a 77 personas en la isla de Utoya, reveló fríamente que acabó con sus víctimas disparándoles en la cabeza.
“Yo levanté mi arma y le disparé a la cabeza”, señaló Breivik para ilustrar como atacó a un vigilante que resguardaba el campamento de verano de varios grupos de adolescentes socialdemócratas.
El extremista de ultraderecha afirmó que varios "se hacían los muertos" por lo que decidió "darles un tiro de gracia", aunque en varios momentos cayó en contradicciones al decir que “estaba aterrorizado" de la escena y que "no quería matar a nadie”.
En otro momento relató que pensó en "suicidarse" al escuchar el ruido del avión en los alrededores de la isla de Utoya. Behring Breivik confesó que asesinó en un acto de "legítima defensa" para defender a su país del multiculturalismo.