Claudia Cardinale, considerada una de las últimas divas del cine europeo, murió este martes a los 87 años en Nemours, cerca de París, Francia. La noticia fue confirmada por su agente Laurent Savry al diario Corriere della Sera, quien destacó que la intérprete partió “rodeada de sus hijos”, dejando un legado artístico que marcó la historia del cine italiano e internacional.
La musa del cine italiano
Nacida en Túnez en 1938 como Claudia Giuseppina Rose Cardinale, la actriz alcanzó notoriedad mundial en la década de 1960 gracias a su participación en películas que hoy son consideradas joyas del séptimo arte, entre ellas El gatopardo, Rocco y sus hermanos y 8½. Colaboró con directores de renombre como Luchino Visconti, Federico Fellini, Sergio Leone y Henri Verneuil, consolidándose como musa del cine italiano y símbolo de una época dorada para la cinematografía europea.
Su versatilidad y magnetismo en pantalla la llevaron también a Hollywood, donde actuó en producciones como La pantera rosa, Érase una vez en el Oeste y Las petroleras, esta última junto a Brigitte Bardot, con quien la prensa la comparaba constantemente por su belleza y proyección internacional.
Una carrera junto a los grandes del cine
Cardinale compartió escena con leyendas como John Wayne, Sean Connery, William Holden, Henry Fonda, Eli Wallach, Orson Welles, Peter Finch, Anthony Quinn, Laurence Olivier y Burt Lancaster, consolidándose como una actriz de talla mundial. A lo largo de su carrera participó en más de 150 películas y apareció en más de 900 portadas de revistas en 25 países, convirtiéndose en un símbolo sexual involuntario y en un ícono cultural de los años 60.
“Nos deja el legado de una mujer libre e inspirada, tanto en su carrera como en su vida”, declaró su agente al confirmar el deceso. Claudia Cardinale no solo fue admirada por su talento y elegancia, sino también por representar la fuerza femenina en una época dominada por mitos masculinos, lo que la convirtió en un referente eterno del cine mundial.