El escritor Mario Vargas Llosa siempre ha dejado en claro que no es un hombre que profesa alguna religión, y siempre ha mantenido firme en su postura sobre la cultura, señalando que esta es la que debería llenar la vida espiritual de las personas. Sin embargo, esto no fue siempre así, ya que el Premio Nobel de la Literatura de pequeño sí fue un fiel devoto de Dios, solo que un oscuro y traumático suceso hizo que marcara distancia de dichas creencias.
Todo sucedió en el colegio cristiano La Salle de Lima, cuando el letrado cursaba el sexto grado de primaria. El escritor contó que un día encontró la escuela vacía cuando se dirigía a recoger su libreta de notas, pero no pensó que ese día ocurriría una de las experiencias más perturbadoras de su vida.
Un sacerdote de nombre Leoncio, de origen francés, lo llevó con engaños al percatarse que el menor se encontraba solo, y lo persuadió al subir al último piso donde se encontraban las habitaciones en donde residían los curas.
A pesar de ser un niño, el creador de 'La Ciudad y Los Perros' tenía una mala espina de las intensiones del religioso, que se encontraba nervioso. "Me mostró revistas de mujeres calatas. Era una revista mexicana que se llamaba "Vea". Yo no sabía que hacer estaba muy nervioso, sentí espanto", develó durante una presentación en la Feria Virtual del Libro de Cajamarca 2022.
Luego el panorama empeoró, ya que Leoncio empezó a tocar las partes íntimas del novelitas tratando de masturbarlo. "Sentí la mano de Leoncio, yo empecé a gritar y él se asustó y me dijo "cálmate, cálmate", y le di un empujón. Luego él me abrió la puerta", siguió narrando.
Con ello, el arequipeño indicó que desde ese día murió su vínculo con la religión. "Yo siempre aparentaba las costumbres de la religión cristiana yendo a misa, pero desde ahí, nunca más he vuelto a comulgar, perdí la fe. Esta experiencia me curó de ella", sentenció.
Cabe resaltar, que no es la primera vez que el literato comparte este pasaje de su vida privada, pues en su libro "El pez en el agua", que fue publicado en 1993, el autor hizo público este episodio del que fue víctima a los 12 años de edad.
