¿Alguna vez te has preguntado cuál es la peor forma de morir? El solo hecho de hablar sobre la muerte ya resulta aterrador para muchas personas pero si somos un poco más específicos podremos darnos cuenta que hay ciertas situaciones que nadie quisiera experimentar, tal como lo es el ser enterrado vivo. La historia de Octavia Smith Hatcher así lo demuestra y hoy podrás conocerla.
Resulta que durante la década de 1800 en la ciudad de Pikeville, Kentucky (Estados Unidos) se produjo un brote de una enfermedad mortal hasta ese momento desconocida por la ciencia médica. Afectó seriamente a toda la comunidad, especialmente a la población de niños pequeños. Entre ellos estaba el hijo de Octavia, quien murió en enero de 1881. El trágico hecho significó una gran tristeza para esta madre y como consecuencia se enfermó debido a la depresión que sufría, quedando en coma.
En el mes de mayo su esposo llamaría a un médico para que verifique el estado de salud de la mujer y este la declaró muerta por causas desconocidas. Al cabo de unos días fue enterrada y parecía que era el fin de la historia, pero no. Otras personas de su localidad habían sufrido los mismos síntomas y quedaron en coma pero tiempo después despertaron. Al ver eso, el esposo de Octavia fue a desenterrar el cuerpo y descubrió algo impactante. Conoce de qué se trata en esta galería de fotos.