Se emborrachan con alcohol metílico que compran a un sol y terminan evidentemente intoxicados en plena calle. En otro punto de la ciudad, están los otros, los que consumen marihuana o cocaína, que resulta siendo para ellos, el pan de cada día. A continuación, una descarnada crónica sobre los enrevesados y deprimentes caminos de los atrapados por el vicio.
El Dominical