La omnipresente función Bluetooth, presente en casi cualquier dispositivo electrónico moderno, tiene un origen que se remonta sorprendentemente a la Escandinavia medieval. Aunque hoy es sinónimo de conexión inalámbrica de corto alcance, su nombre evoca a Harald Gormsson, un monarca danés del siglo X conocido por el apodo “Diente Azul”, cuya figura terminó inspirando a los ingenieros responsables de esta tecnología.
El inesperado vínculo con el rey Harald
Harald “Bluetooth” gobernó Dinamarca entre los años 958 y 986 y también ejerció dominio sobre Noruega. Su legado histórico incluye la expansión del cristianismo y la unificación de diversas regiones y tribus escandinavas. Su peculiar sobrenombre tiene varias explicaciones: una apunta a que poseía un diente oscuro o azulado debido a una enfermedad; otra, menos difundida, sugiere que su aspecto moreno lo hacía destacar entre los nórdicos de su tiempo.
Más de mil años después, durante 1996, ingenieros de empresas tecnológicas como Intel, Ericsson y Nokia buscaban estandarizar un sistema de comunicación inalámbrica. Jim Kardash, uno de los participantes, estaba leyendo una novela sobre las expediciones vikingas y la figura de Harald. El paralelismo entre la capacidad del rey para unir territorios y la intención de crear un estándar que integrara diferentes dispositivos lo llevó a proponer el nombre “Bluetooth”, originalmente pensado solo como una referencia provisional.
La influencia nórdica quedó grabada también en el logotipo: una combinación de runas que representan las iniciales H y B del monarca. Además, el desarrollo temprano de esta tecnología tuvo protagonistas escandinavos, como los suecos Nils Rydbeck y Johan Ullman, así como la participación clave de Ericsson y Nokia, gigantes de la telefonía móvil asentados en la región. Con el paso de los años, la denominación provisoria se volvió definitiva y hoy Bluetooth sigue conectando al mundo con un guiño histórico a sus raíces vikingas.


