Hace 52 años, el domingo 31 de mayo de 1970, la tierra tembló. Fue un gran sismo de magnitud 7.9, que sepultó por completo la ciudad de Yungay, en Áncash, provocando la muerte de más de 70 mil personas. Con epicentro en Chimbote, pero remeció la cordillera blanca, provocando un alud de una parte del nevado Huascarán.
El Perú atraviesa por una etapa de silencio sísmico, es decir, que lleva mucho tiempo sin sentir un gran movimiento telúrico de más de 8 grados; la placa tectónica de Nazca sigue acumulando energía que tarde o temprano debe liberar. Por ello, se pronostica que nuestro suelo se moverá en una escala destructiva.
Según Hernando Tavera, presidente ejecutivo del Instituto Geofísico del Perú (IGP), el último sismo destructivo que recordamos fue en Pisco en el 2007, el mismo que solo liberó el 20 % de la energía acumulada. Por ello, el último sismo de 4.9 de magnitud con epicentro en el distrito de Mala, en Cañete, nos recordó que vivimos en una zona sísmica y la importancia de estar preparados.
Para este 31 de mayo se programó un simulacro de sismo para las 10 de la mañana, en el cual debemos participar para estar listos. Recuerde que aún falta mucho para tener una alerta de sismos completamente habilitada.