Era el terror de los taxistas que quedaban atrapados en el tráfico. Con apenas 16 años, un adolescente operaba en un concurrido cruce de calles en San Juan de Lurigancho, donde las cámaras de seguridad registraron cada uno de sus movimientos: se acercaba a las ventanillas con absoluto sigilo, metía la mano en cuestión de segundos, arrebataba el celular y corría hacia su escondite.
Su modo de operar era siempre el mismo y, según la policía, ya acumulaba varias denuncias por robos cometidos en el mismo punto. Incluso cambiaba de ropa después de cada ataque para evitar ser reconocido tanto por las víctimas como por los agentes.
“Hemos intervenido y retenido a un delincuente juvenil cuando acababa de robar el celular del conductor de un taxi aprovechando el congestionamiento vehicular. Este menor tiene más de un robo registrado en el mismo lugar; es reincidente. Además, se cambia de prendas para no ser identificado”, informó el coronel PNP Pedro Rojas, jefe del Escuadrón Verde.
El adolescente quedó bajo custodia para las diligencias correspondientes.


