Se trata de una extraña fiesta tradicional en El Salvador que se festeja con repetitivos lanzamientos de bolas de fuego entre sus participantes.
Los habitantes, en especial los jóvenes, de la localidad de Nejapa lo celebran cada año, evocando la erupción de un volcán en 1922 que obligó a los residentes a abandonar el lugar.
La historia se torna más pintoresca cuando llegamos al origen de aquella erupción. Según las creencias, la lava que bañaba Nejapa en aquel año era por una lucha entre San Jerónimo y el diablo. El fin del desastre es aún más llamativo, ya que dicen que el santo patrón detuvo los ríos de fuego con un crucifijo. La fiesta ya tiene más de una década celebrándose.