Lucila Justina Sarcín Reyes, conocida por todos como Lucha Reyes, fue mucho más que una voz potente en el criollismo: fue un símbolo de lucha, identidad y peruanidad. Nacida el 19 de julio de 1936 en el distrito del Rímac, su historia estuvo marcada por la adversidad desde muy joven, pero también por una pasión inquebrantable por la música. Con canciones como Regresa, Una carta al cielo y Mi última canción, se convirtió en una de las figuras más representativas de la música peruana del siglo XX.
Del Rímac al mundo: la leyenda de una voz única
Su talento comenzó a brillar en el programa radial El sentir de los barrios, donde conquistó a los oyentes con su interpretación apasionada y desgarradora. Su sencillez y carisma la llevaron a presentarse también en escenarios internacionales, como en Nueva York, donde representó al Perú con orgullo. Panamericana Televisión conserva imágenes inéditas de aquellas presentaciones donde, además de cantar, Reyes animaba y hasta expresaba su amor por el fútbol. "Ay, ay, ay, ay, ay, arriba Alianza, tres goles mañana", se le escucha decir con alegría en una de esas grabaciones.
La carrera de la llamada “morena de oro del Perú” fue breve pero impactante. Falleció a los 37 años el 31 de octubre de 1973, luego de una serie de complicaciones de salud, incluyendo diabetes, edema y disnea. En vida, había declarado sentirse mal físicamente, pero con fuerzas mientras pudiera cantar. Su partida conmovió a todo el país. Más de 30 mil personas acudieron a su misa de cuerpo presente en la iglesia San Francisco. “Su belleza, sus sentimientos, su nobleza, expresado en la canción, en la música”, recordó un asistente conmovido.
El sepelio fue un acto de amor colectivo. La multitud impidió que el féretro fuera llevado en carroza fúnebre y decidieron cargarlo en hombros hasta el cementerio El Ángel, entonando sus canciones entre lágrimas. “Pero regresa para llenar el vacío que dejaste al irte”, cantaban muchos. Hoy, su legado continúa resonando especialmente en fechas patrias, cuando su voz vuelve a las radios y a las casas peruanas como símbolo de identidad. Lucha Reyes no se ha ido del todo: vive en cada verso, en cada nota, en cada alma que la escucha.