Hay quienes soportan el implacable invierno en las calles donde solo tienen cartones, plásticos y frazadas viejas para combatirlo. La vía pública se ha convertido en su único refugio, allí muchos se congelan. El frío se ha convertido en su castigo por sus excesos, si los han tenido, sus malas decisiones o el abandono de sus familias.
Estas personas aceptan su destino bajo el inclemente frío y no les importa congelarse, pues eso no se compara a sus propios problemas que son lo que los ha convertido en seres sin hogar y aparentemente, sin destino. No se pierda esta crónica preparada por María Fernanda Delgado y Tadashi Itomura para Al Sexto Día.