Con la llegada del 31 de octubre, las calles limeñas se llenan de máscaras, brillos y creatividad. Desde los puestos del jirón Huallaga hasta las tiendas más exclusivas de San Isidro y Miraflores, los precios de los disfraces reflejan dos mundos distintos: el del pueblo que busca ahorrar y el del público que apuesta por el glamour. En los mercados populares, las capas, máscaras y accesorios se consiguen desde cinco soles, mientras que en las tiendas de lujo los atuendos pueden superar los 400 soles.
De las calles del Centro de Lima a los escaparates de Miraflores
En el corazón del Centro de Lima, los comerciantes ofrecen una amplia variedad de disfraces para niños y adultos. Allí abundan las opciones de terror —como Chucky, Jason o la “Búho”— y los personajes de moda, con precios que no superan los 50 soles. Incluso los trajes inspirados en guerreras K-pop o personajes televisivos locales pueden conseguirse completos por menos de 100 soles. Los vendedores destacan que la mayoría de los productos son nacionales y que los confeccionan ellos mismos, lo que permite ofrecer alternativas accesibles sin sacrificar la creatividad.
Sin embargo, en los distritos más exclusivos, la historia es distinta. En Miraflores y San Isidro, los precios suben considerablemente. Los disfraces de personajes como Sailor Moon, la Reina de Corazones o los clásicos trajes de “ángel de Victoria’s Secret” se venden entre 200 y 490 soles, incluyendo accesorios y detalles importados. Las opciones van desde lo elegante y coqueto hasta lo temático y cinematográfico, apelando a un público que busca destacar y no escatima en gastos para lograrlo.
A pocos días de Halloween, las diferencias en precios evidencian no solo los contrastes económicos de la ciudad, sino también la diversidad cultural con la que se vive esta celebración. Mientras unos compran capas por cinco soles, otros pagan casi quinientos por un disfraz completo. Lo cierto es que, entre la sátira y la creatividad, el espíritu festivo une a todos bajo una misma consigna: disfrutar la noche más divertida —y espeluznante— del año.


