Sillas vacías no, sino pistas saturadas, bocinas constantes y kilómetros de congestión. Así se vive el tránsito en Lima a pocos días de la Navidad. Un equipo periodístico realizó la ruta que diariamente enfrenta un ciudadano común, desde Santa Beatriz, en el Cercado de Lima, hasta el centro comercial Megaplaza, en Lima Norte, iniciando el trayecto a las 4:50 de la tarde.
Antes de las cinco de la tarde, el panorama ya era crítico. En el cruce de las avenidas Arequipa y Mariano Carranza, pese a que el semáforo permanecía en verde, los vehículos apenas avanzaban. Autos detenidos sobre la ciclovía y maniobras imprudentes reflejaban el desorden que se agrava en estas fechas por el incremento del comercio y los desplazamientos.
Tras recorrer poco más de un kilómetro por las avenidas 28 de Julio y Petit Thouars, el equipo tardó cerca de 20 minutos. Conductores y pasajeros coincidieron en señalar que el tráfico ya no tiene “hora punta”, pues se extiende durante todo el día y hasta altas horas de la noche, agravado —según denunciaron— por obras viales ejecutadas en plena temporada alta.
TRÁFICO INFERNAL
Finalmente, luego de atravesar puntos críticos como el puente Caquetá e incorporarse a la Panamericana Norte, el recorrido culminó a las 7:00 de la noche. El tiempo total fue de dos horas y diez minutos para un trayecto habitual. Una muestra más del colapso vial que afecta a miles de limeños y que, en fiestas de fin de año, se convierte en una verdadera prueba de paciencia.


