24 Horas Edición Sabatina

02/11/2025

VMT: música y tradición en el cementerio más grande de Latinoamérica

Miles de familias visitaron el camposanto Nueva Esperanza para rendir homenaje a sus seres queridos fallecidos entre flores, música y costumbres ancestrales.




Desde las primeras horas del día, miles de personas llegaron al cementerio Nueva Esperanza, en Villa María del Triunfo, para recordar a sus seres queridos en el Día de los Difuntos. Este camposanto, considerado el más grande del Perú y de Latinoamérica, cuenta con más de 60 hectáreas y alberga más de un millón de sepultados. En medio de las tumbas, la música de los conjuntos sikuris y las lágrimas de las familias se fundieron en una jornada llena de emoción y memoria.

El ambiente fue una mezcla de dolor, fe y celebración. Agrupaciones musicales provenientes de Puno y Apurímac ofrecieron sus melodías altiplánicas a cambio de 20 soles por dos canciones, acompañando los homenajes que se extendieron a lo largo del día. “Vale la pena pagar, porque esta música nos conecta con nuestros seres queridos”, comentó uno de los asistentes. En diversos puntos del cementerio, las familias compartieron comidas típicas y brindaron con chicha de jora en memoria de sus difuntos.

La Municipalidad de Villa María del Triunfo implementó este año un servicio gratuito de transporte con 25 unidades entre buses y coasters para facilitar el acceso al camposanto. Según el gerente de Desarrollo Social, Javier Huamán, este esfuerzo busca que “el día de los difuntos sea un espacio familiar y de regocijo”, en beneficio de más de un millón y medio de visitantes que se esperaban para la fecha.

CELEBRACIÓN EN FAMILIA

Entre los visitantes también hubo quienes vivieron su primera celebración tras perder a un ser querido. “Mi papá falleció hace cuatro meses y toda la familia ha venido. Le trajimos su chicha, su vino y sus galletitas, como le gustaba”, contó emocionada una mujer procedente de Apurímac. En Nueva Esperanza, donde los nichos pueden costar entre 2.000 y 3.000 soles —aunque los espacios superiores se ofrecen desde 500—, la vida y la muerte se encuentran cada año entre rezos, música y tradición popular.


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