La violencia criminal, antes concentrada en la costa norte del país, se ha extendido a Lima, Ica y otras regiones, infiltrándose en uno de los sectores de mayor crecimiento económico: la construcción. Según la Cámara Peruana de Construcción (Capeco), este rubro paga entre 1,000 y 1,200 millones de soles al año en extorsiones, lo que refleja la magnitud de la amenaza que enfrenta.
El caso del agente inmobiliario Gianfranco Navarro, asesinado en Miraflores, es un ejemplo del avance de las mafias hacia distritos céntricos y exclusivos de la capital. “Inicialmente se ha desarrollado en la costa norte del Perú, y poco a poco se ha trasladado a Lima e incluso al extranjero, como Santiago de Chile”, advirtió Julio Corcuera, ex viceministro de Orden Público.
La construcción civil también ha sido escenario de sangrientos crímenes. Tito Zea, secretario de defensa de la Federación de Trabajadores de Construcción Civil, recordó el asesinato de Arturo, secretario general de Lima, ocurrido el 15 de agosto de 2023 frente a la sede sindical. “Los delincuentes se han visto despojados de una obra importante y lo que han hecho es eliminarlo. Lo mismo que pasó en Miraflores”, sostuvo.
CIFRAS
De acuerdo con Zea, en Lima Metropolitana existen 200 sindicatos de construcción civil, lo que convierte al sector en un terreno fértil para las extorsiones. “Ellos piden entre el 1% y 2% del total de la obra con el pretexto de dar seguridad a ingenieros y trabajadores, pero lo que buscan es financiar sus organizaciones criminales”, explicó.