El incendio de Mesa Redonda del 29 de diciembre de 2001 marcó la historia del Perú como una de las mayores tragedias urbanas, dejando más de 400 muertos y cientos de desaparecidos. Veintitrés años después, el panorama en la zona no ha cambiado lo suficiente. Las calles congestionadas, la presencia de comerciantes informales y la falta de acceso para los bomberos mantienen vigente el riesgo de un nuevo desastre.
El comandante Iván Calvo, vicecomandante de la 4ta Comandancia Departamental Lima Centro, describe las dificultades actuales: “Nos hemos detenido varias veces por obstáculos como mercadería descargada en la vía. Esta es una zona de alto riesgo sin duda”. Durante un recorrido reciente en un camión de bomberos, se evidenció la imposibilidad de maniobrar debido a la gran cantidad de personas y mercadería en las calles, replicando las mismas condiciones de peligro del pasado.
En 2001, la explosión de productos pirotécnicos inició un infierno que alcanzó temperaturas superiores a los 2000°C, calcinando no solo infraestructura, sino también vidas humanas. Imágenes aterradoras, como cuerpos carbonizados y calles envueltas en llamas, aún resuenan en la memoria de quienes vivieron ese día. “Fue la peor comisión que tuve que cubrir”, recuerda el periodista Carlos Villarreal, quien estuvo en el lugar poco después de la tragedia.
¿TRAMPA MORTAL?
Hoy, el municipio ha implementado medidas como el enrejado de las zonas más concurridas de Mesa Redonda y la asignación de personal de emergencia. Sin embargo, expertos advierten que estas acciones no bastan. “Un minuto sin control podría convertir estas rejas en trampas mortales”, señala Calvo. La responsabilidad de prevenir un nuevo desastre recae no solo en las autoridades, sino también en comerciantes y usuarios, quienes deben adoptar medidas de seguridad más estrictas para evitar otra tragedia.
