El mundo despertó con una noticia que marcó un antes y un después en la historia reciente de la Iglesia Católica. A las 7:35 a.m. (hora de Roma), el papa Francisco falleció debido a un derrame cerebral y un colapso cardiovascular irreversible. La noticia fue anunciada por el camarlengo Kevin Farrell, encargado de certificar su deceso y de ejecutar los protocolos que marcan el final del pontificado, como la rotura del anillo papal.
Francisco, primer pontífice latinoamericano, será recordado por su sencillez, su defensa de los marginados y su compromiso con los valores del Evangelio. Una de sus últimas disposiciones fue simplificar los rituales fúnebres para los sumos pontífices: eligió ser velado en un solo ataúd, sin catafalco, ni báculo, y pidió ser sepultado en la basílica de Santa María La Mayor, en lugar de la tradicional cripta del Vaticano.
El cardenal Pedro Barreto informó que el sábado se celebrará la misa de exequias, mientras que desde hoy y hasta el viernes el cuerpo del papa Francisco será expuesto para la veneración pública en Roma. Tras su entierro, el Vaticano iniciará el proceso para elegir al nuevo líder de la Iglesia. El cónclave será conformado por 133 cardenales menores de 80 años, quienes, tras días de reuniones preparatorias, votarán en secreto hasta alcanzar una mayoría de dos tercios.
EL PERFIL DEL NUEVO PAPA
Pedro Barreto, quien participará en las reuniones previas, considera que el nuevo pontífice debería seguir el camino trazado por Francisco. “La elección no es solo humana, es guiada por el Espíritu Santo”, afirmó. Así, mientras el mundo católico guarda luto, comienza también un nuevo capítulo en su historia.
