Lo común es tener en el hogar a perros, gatos, aves, conejos. Encontraremos, además, un puñado de casos con arañas, serpientes, caimanes y otros tipos de animales. Pero ¿qué sucede cuando los planes son otros y se tiene como mascota a un insecto?
Aunque suene irrisorio y hasta delirante, las hormigas son, en la ciudad alemana de Berlín, una sensación, una atracción. La atracción, en este caso, de Martin Sebesta, un mecánico industrial que las considera tan fascinantes como el mejor amigo del hombre.
“Lo más fascinante de las hormigas es su vida social. Están todo el tiempo comunicándose. Tienen un objetivo común: cómo ampliar el hormiguero, ir a buscar comida, repartírsela, tienen distintas funciones. Observar algo así es fascinante”.
Y observarlo a él también lo es. En su tienda, de 1000 metros cuadrados, cuenta con 20 especies de hormigas. Ahí está la venenosa camponotus herculeanus y la conocida cortadora de hojas, capaz de trasladar un peso mayor a 30 veces el suyo.
El establecimiento es el primero en el país europeo y en su interior se puede apreciar la atenta manera en la que son criados los pequeños invertebrados. Hay todo un hábitat preparado para ellos. Las personas que acuden al lugar pueden adquirir desde una hormiga reina a 160 euros.
Aunque lo aconsejable es iniciar con el paquete para principiantes, que es ofrecido desde los 50 euros. De todos modos, el monto a pagar podría ser dejado de lado si se toma en cuenta la ventaja de no tener que hacer mucho por su crianza y lo económico que puede resultar.
“Puedo recrear un paisaje en casa, cosa que no puedo hacer con un perro, gato. Este ecosistema en miniatura me parece interesante. No tengo que gastar mucho en alimentación. Un par de grillos y agua con azúcar, y no hacen ruido”.
¿Estaría dispuesto a tener este insecto como su mascota?